Morfologías escultóricas: forma, luz y vacío

Este conjunto de obras escultóricas ha sido concebido para integrarse de forma orgánica en una colección privada, adaptándose a un espacio arquitectónico concreto. El proyecto se compone de tres esculturas monumentales que dialogan entre sí a través de la forma, la luz y el gesto.

En la sala principal se sitúa un díptico de gran escala, formado por dos esculturas curvas enfrentadas y realizadas en aluminio y latón. Estas piezas, desarrolladas por el autor desde 2010, representan ritmos abstractos congelados en el tiempo. La interacción entre curvas, planos y vacíos da lugar a un juego dinámico de sombras y reflejos, donde la luz incide y se transforma con cada cambio de ángulo o perspectiva.

El trabajo de erosión sobre el metal potencia esta relación con la luz, que no solo ilumina las obras, sino que parece materializarse en la superficie. De este modo, la escultura se convierte en una experiencia perceptiva que evoluciona según la posición del espectador y las condiciones del entorno.

En el patio interior, y como pieza central de ese espacio, se encuentra La Maraña, una pieza aérea que recuerda a los patios clásicos como eje organizador del espacio. Esta obra, iniciada en 2024, pertenece a una serie donde el autor se centra en el concepto de dibujo espacial, donde los volúmenes se construyen a partir de líneas metálicas entrelazadas, como si de una caligrafía tridimensional se tratara.

Mientras que el díptico modela el espacio a través del plano y la masa, La Maraña lo hace mediante la línea y el vacío, proponiendo una lectura escultórica ligera pero intensa. Juntas, estas tres obras escultóricas contemporáneas establecen un diálogo entre luz, escultura y arquitectura, creando una experiencia sensorial que evoluciona con cada cambio de perspectiva.

Estas piezas confirman la capacidad de la escultura contemporánea para transformar el espacio en una experiencia artística viva, donde la luz, el vacío y la forma conviven en equilibrio.